PUERTAS CERRADAS (III).


"CUANDO ALGUIEN TE MUESTRA QUIÉN ES DE VERDAD, CONFÍA". (Maya Angelou)

 (*) Viene de aquí: Puertas cerradas (II).  Puertas cerradas (I).


...2022.

No son buenos tiempos para Megan, su vida sentimental está hecha un asco. En ese lugar privado de su mente se pregunta cómo ha podido ser tan mema de dejarse llevar de ese modo. El tercer J ha vuelto. No ha sido el único en volver. Y todos esos sentimientos que trata de tener controlados se le revolucionan haciendo republica independiente en el corazón. 

La llama cariño mío, como si todo lo acontecido pudiera ser absorbido en una única frase. Los sentimientos son contradictorios, los recuerdos de ayer una experiencia viva, la prueba patente de que tarde o temprano ella terminará por marcharse. Siempre lo hace. 

Mientras desayuna en ese cúmulo de tareas que se convierten sus desayunos, ve un correo que la hace detenerse. Tose. El café se le ha ido por otro lado. "Pero... qué  cojones es esto.." Piensa en voz alta. Duda en si abrir el mensaje que le lleva a una conocida red social. M le ha escrito después de... Tiene que hacer cálculos. Hace más de diez años que no sabe nada de él. Y justo ahora se encuentra un mensaje privado. ¿Qué puede querer el hermano del primer J? Sin poder evitarlo el pensamiento retrocede a aquella época de los veinte años cuando se conocieron. 

... 1997

M trabajaba en el mismo lugar. La primera vez que lo vio bajo aquella gorra con la visera desgastada sintió un palpito. No se podía estar más bueno y el tío lo sabia. Llegó hasta ella y la saludó dándole un pequeño golpe con un dedo en la visera de su gorra, luego lució aquella impresionante sonrisa con una paleta con un piquito roto y le dijo.

—Así qué tú eres la nueva, bien, quédate a mi lado y no te pasará nada. 

"Este tío es gilipollas". Pensó Megan. Pero tras las peores seis horas y media de jornada laboral de su vida, comprendió lo que aquel tipo con aire chulesco le había querido decir. Él la había estado mirando todo el tiempo de reojo, observándola. Mientras caminaban por el carril de vuelta hasta donde estaban las casas comunes, la abordó. 

—Mañana quédate a mi lado y no seas tonta, tienes huevos, pero necesitas aprender. 

—Lo haré. Gracias. 

Le respondió Megan con su orgullo pateado. 

Al día siguiente sin mediar más palabras que unos buenos días cordiales, se quedó a su lado como si fuera una sombra. Mientras se dirigían al tajo caminando entre la cuadrilla de peones agrícolas, Megan mantuvo el ritmo de M sorteando a las personas. Luego él la cogió de la mano y aligeró el paso con intención de adelantar a la fila. Llegando a la linde del trabajo se dirigió a un grupito de personas que parecían ir juntas. 

— Correrse un poco y dejad un lomo para ella viene conmigo. 

Aquellas personas eran la familia de M. Trabajaban juntos, en una compenetración tal que el trabajo era como coser y cantar. M colocó a Megan entre él y su hermana mayor y entre ambos la ayudaron ese día a llevar su trabajo. En una semana Megan había aprendido tanto de M, que cuando los hombres de la cuadrilla eran llevados a otros tajos y las mujeres se quedaban solas, podía ir en la cabeza sin ayuda ninguna. 

Cuando trascurrió el primer mes de temporada, M y Megan eran inseparables dentro y fuera del trabajo. Vivian en el mismo módulo de casillas y al terminar la jornada M se la pasaba en el dormitorio de Megan jugando a la Playstation de ella. Salian los findes juntos, iban entre semana al pueblo más cercano a comprar, a tomarse unas copas, a visitar a los amigos de M que estaban en otras plantaciones y hasta en más de una ocasión llegaron a dormir la siesta juntos en la cama de Megan. Y todo ello sin haber follado, ni tener nada más allá que una sana amistad.  

Megan se sentía tan bien con M que a pesar de que él le atraía físicamente no se planteaba hacer nada por cambiar la relación que tenían. Pasado el primer mes y medio, una tarde M le contó que su hermano J estaba a punto de terminar el contrato laboral y que era inminente que llegase en los próximos días. La cuadrilla se revolucionó con la noticia al día siguiente. El tal J era bastante popular en el entorno y más entre las féminas que parecían ansiosas por verlo llegar. Megan se contagió de ese ansia, aunque en su caso era más por lo curiosa que era que por las razones obvias del resto. 

J llegó tres días después un par de horas antes de terminar la jornada. Ese día las cuadrillas estaban separadas por sexo. Megan advirtió enseguida que debía de tratarse de él por el revuelo de chismorreo y risitas de las más jóvenes. A lo lejos vio como los hermanos se abrazaban. Luego como caminaba en aquella dirección. Era el pollo del coral, sin duda, daba igual si había llegado el último. Megan volteó los ojos al ver como se comportaban las mujeres con su presencia. Cuando la rebasó a ella la saludó con un "hola" sin pararse, fue hasta donde estaba su hermana mayor, la besó y le dijo quitándose la camiseta.

—Toma, y veté pa' la casa, ya termino yo por ti. 

Megan y él no cruzaron más palabras que aquel hola. Esa tarde M llegó al dormitorio de Megan más tarde y mientras jugaban unas partidas le preguntó si había hablado ya con J y qué le había parecido. Un capullo. Eso era lo que le había parecido a Megan. Era un hombre arrogante y presumido para su gusto. Demasiado chulo, sabia que gustaba y se pavoneaba con aquel aire de macho neandertal presumiendo de torso. Cada día regalaba un espectáculo visual a las mujeres solteras y a las no tan tan libres de la cuadrilla. Las chicas se peleaban por ponerse a su lado en el trabajo y J era el único de los cinco miembros de la unidad familiar que iba por libre. Megan y él se marcaban con la mirada en la distancia, y en las cortas cuando paraban al bocadillo o por las tardes en casa, sus conversaciones se limitaban a palabras sueltas como: gracias, sí, por favor, no, hola y adiós. 

Aquella campaña no fue muy larga, ese año el tiempo no ayudó mucho a la cosecha y en otro mes y medio más, los temporeros estaban recogiendo los bártulos para volver a sus casas. La noche antes el patrón hacia una fiesta de despedida que se organizaba en el campo, en la nave principal de recogida. La fiesta consistía en una comilona con música, bebida, donde la cuadrilla y los jefes pasaban horas de parrandas hasta altas horas de la noche en un ambiente distendido. Al igual que los fines de semana era el momento de lucirse, era lo norma. A Megan le parecía algo primitivo aquella mentalidad pueblerina, qué mujer quería un partido de aquellos para casamiento y tener que encerrarse en una vida limitada.  

Ella había ido a trabajar ese año al campo como un reto personal. Trabajaba pintando en una empresa de pinturas a domicilio y un mes antes, se había quedado sin contrato por reducción de plantilla al ser una de las últimas que contrató la empresa. Sabia por unos conocidos que era el tiempo de la temporalidad de la recogida de la fresa y haciendo oídos sordos a los consejos de su padre, se marchó a probar. Había crecido escuchando a sus mayores decir que si un persona es capaz de trabajar en el campo es capaz de cualquier cosa. Tenía que ver si era verdad, y desnudar los secretos de un mundo rural vasto y no apto para todos. En él descubrió un orbe aparte de todo lo que había conocido hasta entonces y también descubrió el amor. 

—¿Has terminado?

Al otro lado de la puerta de su habitación M la reclamaba para irse juntos a la fiesta. Megan se terminó de pintar los labios mientras le decía que podía pasar. Al final había pasado de arreglarse en plan "vamos a matar de infarto a alguien" Optado por unos vaqueros lavados, Converse rojas, camiseta con un estampado de Mickey Mousse y una bandana anudada de diadema en el pelo suelto; entonces lo llevaba muy largo y teñido en rojo cereza. M se acercó y le cogió uno de los rizos, se lo llevó a la cara e inhaló.  

—Ostia... hueles de puta madre. Hoy seguro que me tengo que partir la cara con algún borracho salido de la cuadrilla. 

—Anda tira, que tienes unas cosas... ni que fueras mi padre. 

Le respondió ella empujándole hacia fuera y cerrando con el candado la puerta de su dormitorio. Luego se agarró a M del brazo exageradamente y empezó a gesticular con saltitos mientras salían de la casa. 

—Cuando esta noche cojas un pedo del carajo y las desesperadas te quieran violar... ya veremos quién rescata a quién. 


Continuará...

Comentarios

  1. Me encanta la imagen por lo poco que muestra y por lo mucho que deja a la imaginación.
    Has conseguido que me olvide de dónde viene la historia y me sumerja en la nueva que nos cuentas.
    Pero, joder Megan, no nos puedes dejar así 😂

    Besos.

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    1. M solía hacer un gesto igual que ese cada día al acabar la jornada cuando me dejaba en mi puerta y él seguía unos metros más adelante hacia la casilla donde vivía con sus hermanos. Sólo que él siempre llevaba la gorra derecha y con la visera deshilachada.
      La historia debe ir poco a poco. Para que se pueda entender el porque del título y de dónde viene...
      Yo misma estoy inquieta porque no sé cómo demonios va a terminar. Por ahora me limitaré a contar quienes son cada quien y de dónde vienen. 😉La historia es la misma con un encadenado de hombres que tal vez Megan nunca debió dejar pasar... o sí...😁🤦🏼‍♀️
      Besos

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  2. En las lineas donde
    dice "todo eso sin
    haber follado" , me
    identifico algo con
    la expresion, y es
    que no soy de
    acostarme en la
    primera cita , si
    lo que quiero es
    algo mas que un
    rollo de veinte
    minutos .

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    1. Esa frase no está ahí por casualidad. Ya sabrás más tarde su significado... Nunca doy puntada sin hilo, aunque tengo que mantener en auge la mala fama... las malas gustan más... o eso dicen...jejeje😋

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  3. Respuestas
    1. AJAJAJA... ese "je" me da miedo...

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    2. Más bien Diógenes el perro, sí. Me apunto a su corriente de filosofía. Algo cínica si ue puedo ser "Porque alabo a los que me dan, ladro a los que no me dan y a los malos les muerdo"... Jejeje...😅😁😂

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  4. Bueno…, ya me estoy imaginando
    Lo que aconteció:
    El chico malo se quedó con la chica
    Y el chico bueno…, con las ganas

    Besos

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  5. Así, así, maomeno' que diríamos aquí.
    ¿Qué tendrán los chicos malos para las mujeres cuando somos jóvenes? Yo nunca lo entendí Chaly...
    Un beso.

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