CERRANDO PUERTAS IX.


"El que busca con propósito deliberado penetrar en lo confidencial de otra persona, no está de ordinario cierto de poseer su confianza. El que está seguro de la confianza, da poco valor a la confidencia".
(Friedrich Nietzsche)

(Diciembre 2023).

—Claro que me echo la culpa de muchas cosas o promesas incumplidas, pero estoy aquí a tu lado y eso después de siete años dice mucho.

Megan torció el gesto en una media sonrisa al ser consciente de lo que el tercer J acababa de manifestar. Si que le había costado admitir la parte de culpa. Respiró hondo mientras se preguntaba qué sería de ambos a partir de entonces. Tenían un largo camino que recorrer para volver a casa. 

Ella nunca le cerró del todo la puerta. Lo conocía demasiado bien. Sabía de lo poco racional que podía ser su comportamiento si no se paraba a pensar y solo lo hacia con la de abajo. Le conocía muy bien en esa faceta. Por eso nunca le importó que él usará las app de contacto para adultos. O que frecuentase los chat privados de BDSM sin ella. Lo que hiciera con otras mujeres o personas adultas de la misma mentalidad y gustos sexuales, no le preocupaba en absoluto porque solo se trataba de sexo para él. 

En cambio no aceptaba que hubiese vuelto a caer en el vicio de intercambiar e-mails con una bloguera sumisa. No después de lo ocurrido cuando se conocieron. El ambiente de blogs con temática literaria erótica, donde casi nadie es quien dice ser más allá de sus fantasías incapaces de ser llevadas a la realidad de sus vidas, no era el lugar apropiado donde sacar el chuche a pasear. 

Ella tenía bastante clara las razones y el modo en que él había vuelto a tropezar. Pero una cosa era el puterio ciber, donde se establecen normas y cada cual sabe hasta dónde debe, o puede llegar para divertirse y pasar el rato... y otra, volver a tropezar en la misma piedra. Una que afectaría la confianza que ella había depositado en él. 

Para Megan esa era la verdadera traición. Aquello que la había decepcionado no era el hecho de que pudiera tontear con otra mujer, al fin y al cabo eso siempre quedaría fuera de lo que les unía a ambos. Lo que le molestó fue aquella actitud de inmadurez que él había mostrado. Una inmadurez con una medida injusta para lo alto que le había establecido el listón a ella. A su manera, ambos exigían una excelencia al otro que, inevitablemente, tendría que ser puesta a prueba mucho más, después de lo ocurrido.  

Lo más importante que Megan conocía del tercer J, aparte de que las actividades de ciber-domas solo eran uno de sus entretenimientos cuando no tenía tiempo para las presenciales, era que él siempre se quedaba detrás de la linea de seguridad. Daba igual lo que hubiese hablado con aquella mujer o con otras. Ella sabía que no era un tipo fácil al tratar con él y que tampoco quedaba con facilidad. Le costó tres años y medio conseguir descubrir quien se encontraba detrás de su perfil y no lo supo hasta el momento que le vio cara a cara. No sin antes esperarlo de pie en mitad de la calle más de dos largas horas. El tercer J era un cabrón con una inteligencia bien consensuada entre su vicio y su seguridad cuando de exponerse se trataba. 

Sabia perfectamente a que se dedicaba él en sus horas de aburrimiento. Aunque no le hacía ni puta gracia cuando se lo ocultaba, sabia perfectamente como terminarían ambos cuando llegase la hora de tomar decisiones y poner las cartas boca arriba. Conocía el modo en que él usaba sus cartas durante una partida. Porque si algo había aprendido en los últimos años de relación con el tercer J, era que hay historias que ni contándose se entiemden. Parejas que parecen predestinadas a estar juntas pese a los obstáculos que surgen entre ellos. Por eso él siempre volvía al punto de partida antes de perderla. 

La cuestión era que Megan estaba llegando a sus propios limites de aguante. Planteandose si realmente le merecía la pena una relación así después de lo que llevaba vivido siendo parte de él. Quizás, después de todo, el tercer J tampoco fuese el hombre con quien complementarse. No si conseguía despertar en ella aquellos sentimientos de vulnerabilidad y la necesidad de adoptar una postura de mando. Megan ya sabía lo que le ocurría después de que un hombre voluntaria, o involuntariamente la llevase a un estado donde se sintiera insegura. 

Desde fuera era algo que los demás difícilmente podían apreciar. Había aprendido a mantener una imagen proyectada que no siempre tenía que ver con la realidad de lo que sentía, vivía o afrontaba, era su modo de protegerse del mundo. No tenía ninguna intención de dejar que nadie más la hiciera sentir vulnerable e insegura. 


(Mayo de 1997)

—La noche de la despedida —hizo una pausa como para sopesar contarlo o no, Megan se volvió a sentar de lado y puso toda su atención en él, indicándole con la mano que siguiera hablando— cuando J y yo discutimos fue por algo que comentó acerca de ti. "El negro" estaba contando lo que había pasado entre su mujer y Bognia. Entonces el hijo del viejo, dijo que él también se la había pasado por la piedra y que, esas polacas, eran muy calientes con esas caritas de niñas santurronas que tienen. Luego dijo que a quien quería follarse era a ti, que también tenias que ser muy puta de rodillas. 

M se detuvo y miró a Megan, esperando  que ella dijese algo al respecto. Pero no soltó más que un "jejeje" socarrón, con tono arrogante y a media voz, mientras hacia un gesto de asco con la sonrisa torcida. Él continuó. 

—"El negro" soltó que os pilló a ti y al Eduardo detrás de la caseta de los motores y que gritabas como una berraca. Y mi hermano dijo que si eso era cierto te iban a poner de mote "la sirena de la ambulancia", en cuanto te consiguiera encular. No te hicieron un traje bonito, no. Las cosas que dijeron de ti fueron borderías sobre lo que guardabas en tu coche y de dónde venias cada noche con un tío diferente. 

—Que sorpresa, no me esperaba que los hombres también fueran cotillas. Jejj —dio una calada al cigarrillo y se retrepó un poco más en el asiento— aunque me parece que "El negro" de lejos no ve tres en un burro y esa noche lo que escuchó fue al Edu que después del castañazo que le metí en todos los hocicos, chillaba como un gorrino. Por cosas como esas siempre llevo mi coche y no me gusta ir a los sitios en los vehículos de nadie. Y no, no son pocos los que una vez que se suben al mio ya no lo vuelven a hacer nunca más. ¿Quiénes de los solteros de la cuadrilla se ha montado más de una vez en mi coche o viceversa? Me los enumeras... 

El corazón de M comenzó a acelerarse al oír decir aquello a Megan. Era cierto que aunque siempre iba acompañada de algún chico, casi todos eran antiguos amigos del pueblo de su madre, gente que conocía de antes de trabajar allí y no de los que trabajaban con ellos. Al único que le podía mencionar que lo hubiese hecho, era a él mismo. 

De hecho en alguna que otra ocasión había fanfarroneado delante de otros, por ser él quien se colaba en aquella habitación. Aunque no les contaba que con Megan solo jugaba a la PlayStation. Nunca había presumido de tener sexo con ella, ni tampoco lo había negado cuando le habían insinuado el tema.  

Le gustaba aquella chica desde la primera vez que la vio. Sintió que tenía una energía potencial que lo suspendía en un movimiento continuo en torno a ella. Lo atrapaba. Le gustaba estar cerca y sentir aquellas emociones que le despertaba. 

Además se llevó una gran sorpresa al comprobar que aquella chica que había llegado al campo para trabajar desde una gran ciudad, se llamaba como su primer amor, aunque no fuese un nombre muy común. Tuvo desde que descubrió ese dato, la sensación de que había conexión entre el tiempo y el destino. Un vinculo que le hacia desear pasar, tanto en el periodo de horas de trabajo como en el resto del día, todo el tiempo posible con ella. 

Se irguió en el asiento, los testículos empezaban a acumular tensión bajo la resistencia de los tejanos y la erección. Aquella no era la primera vez que le pasaba estando con ella. Pero en ese justo instante supo que lo haría. Quería besarla, arriesgar y descubrir hasta dónde llegar con ella. Era un sitio perfecto para una primera vez, con el amanecer apremiando al momento en el exterior y el ambiente interior impregnado de aquel perfume a vainilla que la caracterizaba. Se había imaginado de ese modo tantas veces con Megan, sintiéndose dentro mientras a horcajadas la gozaba sobre él. Quería que fuese en su nuevo coche, lo compró pensando en ella y en las veces que la subiría la siguiente campaña. 

Aguanto la respiración y se acercó a ella con la intención de besarla. Megan cerró los ojos y a pesar de que no se movió ni un milímetro de la posición en que estaba, M no la besó.

─No lo hagas por favor ─le pidió.

Sin intención de tirar la toalla M se aproximó más a ella y le preguntó junto al oído con un deje provocador.
─¿Por qué no? Lo puedo notar.

Abrió los ojos y le clavó aquella inmensidad verde mientras le respondía. 

─Porque no te equivocas. 
─Mejor entonces.
─No para ti. Me gustas M, pero hay algo que tú no sabes de mi.
─Cuéntame.
─Es sencillo ─hizo una pausa mientras se recolocó en el asiento alejándose un poco más de él─ uno, eres mi amigo. Dos, no estoy dispuesta a perder mi virginidad en el asiento de un coche... Por tanto, no tiene pinta de que nos vaya a salir bien si avanzamos. Prefiero seguir el primer plan. 

Continuará...

Comentarios

  1. Si hay un capítulo
    más , será el
    décimo y último,
    supongo , creía
    que no volvería
    a tener noticias
    de Megan...
    y no , el coche
    no es el mejor
    sitio, me va el
    tresillo, más
    largo que ancho,
    en estos
    menesteres .

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  2. He cerrado algunas puertas; y no por promesas incumplidas, el fallo fue monumental cuando la lealtad se vio disminuida, alejarse es la mejor solución para proteger lo que nos queda.

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  3. me han gustado mucho las dos historias. en la más reciente das en el clavo, es fundamental el papel o rol que una persona te hace adoptar. y otra idea interesante que planteas, es que para pensar está la cabeza, pensar con lo otro no suele funcionar bien. ;)
    la megan del pasado, a pesar de su juventud, también era sabia y con las ideas muy claras. lo tenía todo a favor, pero si no era el lugar ni el momento, no lo era.

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