CERRANDO PUERTAS VIII.


(Mayo de 1997)
— ¿Quieres qué te lleve ya a casa de mi hermana o nos tomamos algo de tranquis antes? 

M conducía despacio por el camino de vuelta. No habían hablado en los últimos cinco minutos desde que  subieron al coche. Megan no parecía tener ningún interés en querer conversar, ni siquiera lo miró cuando él le hizo la pregunta. Al no obtener respuesta M puso rumbo al domicilio de su hermana para dejarla. 

Cuando llegaron a los aparcamientos del bloque de piso paró en doble fila junto al portal. Fue entonces cuando Megan le miró y respondió a la pregunta que le había hecho minutos antes. 
— Lo cierto es que no me apetece recogerme aun. Pero lo de tomarnos algo de tranquis después de lo visto esta noche y de lo que te he oído sobre tus amigas, pues me hace preguntarme si aceptar supondrá algo más que una copa. Y te aviso de antemano que no estoy para tonterías. 

— Hostia Meg. No seas tan dura. Yo no soy así. No te enfades conmigo —. Respondió M mientras metía primera y movía el coche. 

— No estoy enfadada, solo algo sorprendida de ver como os lo montáis. Me podías haber avisado —él trató de intervenir y Megan le calló haciendo un gesto con el dedo mientras siguió hablando sin pausas— ni se te ocurra decir nada para arreglarlo porque entonces sí que me vas a enfadar. Lo que has dicho de que son unas guarras no me ha gustado un pelo, aunque lo haya pensando, vale. Lo que me parece asqueroso de verdad, es que te tires a las mismas tías que tus amigos y tu hermano para que luego las taches de guarras. 

M supo que aunque no estaba cabreada, porque de estarlo no habría dicho ni "mu" y se habría ido a dormir. Sabia que tampoco estaba de humor para debatir. Así que permaneció callado mientras ella lo puso de vuelta y media, dejándole claro lo que opinaba de los hombres como él. Cuando ella terminó de ponerlo verde a él, a su hermano y a sus amigos, simplemente cambió de tema. 

— He cambiado de opinión. En lugar de tomarnos algo te voy a llevar a un sitio que te va a gustar. 

— ¿Una sorpresita? —preguntó ella con tinte mordaz y gesticulando incredulidad con un gesto torcido— no si al final vas a rebosar el vaso, guapito cara.

El coche volvió a tomar dirección a las afueras. Sonaba el cd2 de "Para siempre " de Héroes del silencio. Megan se dejó llevar. M siempre le había inspirado confianza aunque ciertas acciones de su comportamiento le parecieran mal. Cerró los ojos y escuchó "mar adentro" se dejó llevar. La letra le gustaba. Aquella canción siempre conseguía ponerla a tono. Le miró de reojo, sintió el deseo de tocarlo. No lo hizo. 

Él siempre le había parecido un hombre muy atractivo. Tan moreno, con el cabello rizado, el flequillo con aquel irreverente medio tupé que le recordaba a Loquillo. Miró las manos sobre el volante, grandes, trabajadas. Se dijo a si misma que si no empezaba a ponerse freno la podría liar, porque ciertamente M le gustaba mucho. 

Le vino a la mente alguno de los muchos momentos en que ambos pasaban las tardes jugando al Tekken, M con el personaje de "Lee Chaolan" y ella con "Michele Chang". Luego pasaban las rabietas del juego a lo real, se daban varias sacudidas, eran en esos momentos cuando M conseguía reducirla con alguna llave y ganarla porque en las partidas siempre lo hacía Megan. Casi siempre la despeinaba y se quedaba la gomilla del moño como trofeo en la muñeca. A veces tenia varias gomas de su pelo y cuando se le acumulaban se las daba todas juntas quedándose con una. 

El último día de trabajo fue así, le echó el brazo por encima del hombro mientras volvían caminando por el sendero de tierra tras dejar en la nave los carros. Primero le había devuelto las gomas diciendo que se cerraba el ciclo de victorias de ese año. Pero luego le arrancó la gorra. Le hizo una llave sujetándole la cabeza bajo el brazo junto al costado. Mientras ella se soltaba, le volvió a arrancar la goma que le sujetaba el moño, añadiendo que esa era el primer trofeo de lo que vendría en la siguiente temporada. 

─¿Esa gomilla es la mía?
Le preguntó volviendo de golpe al momento presente. Al ver la goma elástica en la muñeca junto al reloj, se le había pasado inadvertida, porque era finita y del mismo color que la correa. Pero sí, era la misma gomilla del último día de campaña.

─ Era mejor quedarse con las gomillas de tu pelo, que asaltar tu tendedero y que me pillasen robando tus bragas. 

─ No me jodas. Dime que descubriste quien me las robaba. 

Aquella campaña temporera, Megan sufrió asaltos a su ropa interior casi cada vez que hacia una colada y tendía la ropa en los tendederos colectivos. Fue tan severo el asalto, que terminó por comprar un tendedero portátil y tendía la ropa interior dentro del propio dormitorio. Se armó un gran revuelo en la cuadrilla de trabajadores, porque la gente hacia cábalas sin que se pudiera descubrir a la persona, o personas que estuvieron detrás de lo que a ella le pareció una broma de muy mal gusto.  

─ Si me llego a enterar hubiese hecho que se las comiera. Incluso le llegué a pagar a mi sobrino para que espiara la zona de tendederos por mi.   

Megan estalló en carcajadas. Sabía que eso era verdad, porque el chiquillo se había ido de la lengua y se lo contó a su madre estando ella delante. Cuando terminó de reír, recordando aquellos momentos, se encontró de nuevo con la mirada de M que conducía con la cara vuelta hacia ella. Fueron unos segundos que se quedaron suspendidos en un instante infinito. Y por primera vez desde que se conocían, Megan no supo que decir. Se quedó cortada y miró hacia delante sentándose de golpe, derecha, en el asiento. 

─ ¿Dónde vamos? 
Fue lo más original que se le ocurrió decir unos instantes después para cortar el silencio que se había instalado entre ellos. 

─ Es una tontería, pero sé que te va a gustar. Solo quiero que lo veas. Porque es donde me gusta acabar la noche cuando salgo. 

M la llevo a las afueras, la carretera terminaba en unos cerros desde donde se podía ver iluminado uno de los laterales del pueblo. Le recordó a la vieja carretera frente a las fábricas, cerca de los campos donde ambos trabajaban. 

Solían ir los dos juntos en el mismo coche cuando bajaban al pueblo e iban de fiesta los fines de semana. De vuelta, solían parar el coche en el arcén, en una zona más alta de la carretera desde donde se veían los campos sembrados. Cubiertos de plástico e iluminados por la luna, parecían un mar de plata, y al fondo los destellos de lucecitas de las fabricas de celulosa le daban un toque peculiar. Allí escuchaban un par de canciones con el motor parado y se fumaban el último cigarrillo. 

— Pues sí, me gusta. La vista es muy bonita. Me recuerda a la de las fábricas, pero con más altura. Recuerdo que me hablaste de este lugar y también que me dijiste que me traerías si venía a tu pueblo alguna vez. La verdad es que se ve muy bonito desde aquí. 

— Lo más bonito es el amanecer. Hay un instante en que la luz es bastante... bonita. 

Megan rompió la tensión que se había creado en el ambiente con una gran risotada cuando le oyó decir lo de la luz bonita. M se quedó mirándola hasta que ella dejó de reír. Megan se tomó su tiempo en ello y cuando terminó dijo con un tono burlón . 

—El poeta rural —. Ambos rieron entonces, luego ella añadió— Te ha quedado para imprimirlo. Lo digo en serio, jajajaja, ¿es lo que le dices a todas cuando las traes aqui? Tenias que haber visto la cara que ponías al decirlo, buscando un adjetivo que no te salía. Ha sido muy gracioso.

—Eres una cabrona que lo sepas. No me extraña lo que dicen de ti. 

—¿Por qué cabrona? solo he dicho lo que he pensado al ver tu cara. Y qué dicen de mi. Ahora lo largas, guapo. 

M aguantó la sonrisa mientras negaba con un gesto de cabeza y luego se retrepó en el asiento apartando la mirada y volviendo atrás en sus recuerdos de cuando trataba de descubrir aquel tema de la ropa interior. A él le gustaba mucho el modo en que ambos se entendían y el compadreo que surgía con aquella chica. Ella le gustaba de verdad a pesar de que también  era su amiga. No como a la mayoría de los hombres solteros de la cuadrilla que estaban en guardia tratando de tener una cita con ella para follar. Hubo alguno que consiguió la cita para tomar algo, pero el único con quien ella había repetido las salidas en más de una ocasión fue con él. Cuando los hombres se reunían, alguna vez surgió el tema de las mujeres. Había chicas de distintas nacionalidades en el grupo de trabajo. Y eran frecuentes los líos entre los solteros y algún que otro casado. También las trifulcas a cuentas de faldas y alguna que otra infidelidad. Como aquella vez que dos mujeres comenzaron a pegarse en mitad de la jornada laboral, porque una acusaba a la otra de acostarse con su marido. O como en aquella última noche de temporada, durante la fiesta de despedida, cuando M salió de pelea con su hermano. Fue por algo que se dijo sobre Megan.

— La noche de la despedida —hizo una pausa como para sopesar contarlo o no, Megan se volvió a sentar de lado y puso toda su atención en él, indicándole con la mano que siguiera hablando— ... cuando J y yo discutimos fue por algo que se comentó acerca de ti. 
Continuará...

Comentarios

  1. Mejor intenta
    cerrar las heridas,
    tu alter ego ha
    vuelto , eso
    quiere decir
    que te sientes
    mejor , deduzco.

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  2. claro, si nos ponemos un poco quisquillosos, la luz en sí no es bonita ni fea: en todo caso es más o menos intensa, puede ser de un color o de otro según su longitud de onda... ese tipo de cosas. ;)
    la palabra gV4rr4, aparte de machista, ha contribuido a que se considere el sexo como algo sucio. y no.
    es curioso, una vez soñé que estábamos en una casa que tenía una especie de azotea común con otras casas vecinas, y allí la gente tendía su ropa. yo también prefiero el tendedero interior, soy muy mío. :P
    veremos cómo continúa la historia... besos!!

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  3. Esperaremos acontecimientos.
    Besos.

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  4. Me ha recordado a la típica escena en la que al chico le gusta la chica, pero no se atreve a decirlo, y la chica que va de dura, pero por dentro es más blandita que los donuts recien hechos, a pesar de las salidas de pata de banco del chico, y de sus brotes de machismo -la época hay que tenerla en cuenta- creo no le haría ascos a tener algo con él.

    Veremos cómo continúa

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  5. Recuerdo lo que contaste
    No tiene sentido descalificar a mujeres por el hecho de ser muy...desinhibidas, cuando es la razón para frecuenarlas.
    Aunque M ha sabido remarla.
    Un abrazo.

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