San Viernes.

"La extrema seducción colinda, 
probablemente, con el horror." 
(Georges Bataille)

Cae la tarde y "Pepito Grillo" ha debido quedarse dormido en algún rincón de las estrechas calles de la sensatez. Sin conciencia y por instinto miro como el viernes noche termina por hacer presencia y marco su número. Ya está. Ahora no es momento de lecciones ni elecciones moralistas, solo me apetece follar y ya está. 

Descuelga rápido. Tarda en responder. No me extraño. Reacciona lento. Responde. 
─ Hola. 
─ Tengo una hora. ¿Quedamos? ─respondo pisando su saludo. 
─ Dame cinco minutos para cambiarme los gayumbos.
─ Si vas a tardar tanto, mejor ven sin ellos ─cuelgo y arranco el coche. 

Es lo que me gusta de él. No importa cuánto tiempo haya pasado desde la última vez que nos vimos, pues a pesar de que los primeros segundos suele ser pausado, en cuanto responde ya no hay obstáculos entre ambos. Los convencionalismos y las políticas correctas no encuentran hueco cuando estamos juntos, aunque el tiempo apremie o nos sobre... somos lo que somos. 

Estoy a diez minutos del bar donde quedamos, el garito está en su barrio, siempre quedamos para tomarnos la primera copa ahí. Aparco en el escampado de detrás. La luna está casi llena, dicen que mañana hay luna de cazador. Yo he preferido adelantarme a los hechos cíclicos de la astrología. 

Atravieso la puerta del local, no hay mucho ambiente aun. Suena de fondo Héroes del silencio. Él está en nuestro lugar de la barra, con un botellín delante y al lado un mojito muy frio, sonrío. Levanta el botellín hacia mi y bebe. Sé que tiene el nudo de las pelotas en la garganta, pero es algo que solo yo sé. "Bebe, que te va a hacer falta cabroncete" pienso. 

Me acomodo de pie junto a él y doy un sorbo a mi mojito. No puedo evitar pensar en la burundanga, me pasa siempre cuando no veo servir la copa o si la pierdo de vista. La cara de buen tío de Manolo, el dueño del bar, que me sonríe desde detrás de la barra, me dice que no tiene pinta de saber de temas de drogas. 

Vuelvo a mirarlo a él que aun no ha dicho nada. Me atraviesa con esa mirada de hijoputa llena de lujuria y frialdad, es una mezcla extraña y explosiva que me arrastra a mis propios infiernos. 

─ Estás perdiendo al Fittipaldi que vive en ti, has tardado diecisiete minutos ─me dice mirando el reloj digital de los ochenta que lleva en la muñeca. 

─ Cállate y termina esa cerveza ─.le respondo mientras me bebo de un trago el mojito y él se vuelve a empinar el botellín. 
─ Te he visto desde el balcón, solo bromeaba, pobre porreta, has estado apunto de atropellarlo en la esquina. 

Suelta el botellín en la barra, se despide de Manolo y me agarra de la mano mientras salimos sin más preámbulos a la calle. Atravesamos sin que me suelte la calzada en una carrera. Lo hago yo al subir a la acera de enfrente. Se ve que me ha pillado la indirecta por la sonrisa torcida que pone. Camina sin quitarla hasta que llegamos a la penumbra del escampado. No necesito mirarlo para saber que sigue con ella dibujada en la cara, esperando que sea yo quien diga algo. Aguanto alargando los tiempos para disfrutarlo también. Sonrío para adentro.

Nos detenemos frente a la esquina del edificio donde vive. Mi coche está a unos metros entre la aglomeración de los otros. Es verdad que me ha visto llegar desde el balcón, se ha dejado encendida la luz del salón. Pienso que ha sido rápido. Me mira y amplia la sonrisa mientras por fin se pronuncia. 

─ ¿Quieres subir? 
─ A un quinto piso y sin ascensor ─le respondo con tinte mordaz─ ni de coña, vengo a que me jodas... pero no de esa manera. 

La tensión sexual se dispara entre nosotros con la fuerza de un campo magnético Tengo la sensación de poder incluso verlo en forma de ondas ir y venir de su cuerpo al mío y viceversa. Mi cabeza empieza a dejar de regar flujo sanguíneo para aumentarlo en las zonas vitales que dominan mis instintos. 

─ Más bien quiero una buena follada. Rápida. A ser posible sin que me tenga que quitar ni las Converse ni los vaqueros. Pero no estoy segura de que con tu polla de tamaño medio y mi talla consigas follarme de pie y en un tiempo récord. 

No me deja decir más, me agarra del pelo y casi me arrastra hasta el centro de los aparcamientos. No me preocupa que alguien llame a la policía si está viendo la escena. Mi cabeza ha dejado hace rato de pensar. 
─ Eres muy puta ─me dice mientras veo en sus ojos la lujuria que se desata tan veloz como el modo en que me suelta el botón de los vaqueros.
─ Lo suficiente puta para un cerdo de tu calaña ─respondo.

Me gira empujándome de cara hacia el coche más próximo, estoy en el lateral del capó, justo en el momento que deseo. Eso siempre me ha gustado de él, no necesita que le explique lo que me pone. Tira de mi hacia él con ambas manos por la cintura de los vaqueros mientras me aparta del coche y me lo baja junto con la braga. No es la postura correcta, pero eso ya lo sabemos. Empuja mi cabeza hacia delante con la palma de su mano abierta sobre ella haciendo presión y acto seguido hacia abajo en el centro de mis omoplatos, mientras con la otra mano me aprieta la cadera para que me arquee más y levante las nalgas. 
─Procura no aterrizar con los cuernos en el suelo zorra, porque no pienso parar.

Intento no hacerlo al sentir que me ha levantado de puntillas y mi parte superior se inclina peligrosamente hacia delante en dirección al suelo. Estoy a punto de dar con la cabeza en la rueda del vehículo cuando sus manos me separan los muslos y me la mete hasta el fondo sin ninguna resistencia. Apoyo como una salamanquesa novata por encima del guardabarros, sobre la chapa de la carrocería, ambas palmas de las manos y doy gracias al cielo de ser tan flexible y no partirme. Me pierdo. 

Estoy tratando de respirar, con la cabeza aturdida y las rodillas temblando. Mierda. Con él siempre es igual, basta que se me acople dentro y fuera con varios empujones para que desaparezca en el más brutal de los orgasmos. Por su respiración sé que se viene a mi ritmo. Somos tal para cual.

Nunca comprenderé cómo es capaz de estar ahí de pie, tan recto, yo aún no me he podido enderezar. Me giro para mírale, se acaba de quitar el condón y ya se está acomodando la verga dentro del bóxer. Advierto que me tiemblan las manos mientras me subo desde las rodillas la ropa tirando torpemente hacia arriba. Sonríe con cara de cabrón consentido. 

─ Aun me da la talla, no ─pregunta provocador─... parece que sí. 
─ No me jodas 
─ Ya te gustaría tener más tiempo para que te jodiera otra vez y a mi que te quedaras toda la noche. Llega tu hora Cenicienta y se ve de lejos la lujuria en tus pupilas dilatadas. No hay tiempo para más asaltos. Te vas a ir calentita, sip. 

Odio que diga esas chorradas. Sé que tiene razón. Miro su reloj de muñeca cogiéndole del brazo. Él me trata de tranquilizar diciendo que aun tengo tiempo de que mi cara de niña del exorcista se adecente y me aconseja conducir con las ventanas abiertas, será hijo de puta. Me acompaña unos metros más adelante hasta mi coche. Trata de besarme en el momento en que nos despedimos y subo a éste. Le hago la cobra. Suelta una carcajada. 

─ Pero que coño haces ─le increpo.
─ Intentarlo. 
─ Tú estás tonto. No somos novios, ni folla amigos, ni siquiera amantes, así que guárdate esas chorradas del romanticismo post corrida para las tontas que se las creen. 
Se vuelve a reír. 
─ Anda zorra tonta, conduce con cuidado y avísame cuando llegues. No te cargues a nadie por el camino y menos con el coño. 

Lo intenta de nuevo. Besarme. Agarrándome del pelo y metiendo el cuerpo por la ventanilla. Ni de coña me va a besar. No después de un año. Ahora lo único que busco es un san viernes rapidito y hasta luego Mari Carmen. 

Comentarios

  1. A veces es bueno que se calle Pepe Grillo, sobre todo para desatar el deseo.
    Cuanto atrevimiento para esa escena de sexo, en un lugar público.
    Besos.

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  2. ;)))) Esto es ir a por una faena rápida y lo demás son tonterías.

    Besos.

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  3. No es la
    postura
    correcta,.
    mayormente
    porque, como
    sabemos, tu
    eres amazona,
    te gusta cabalgar .
    😄

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  4. me ha molado lo de "pisando su saludo". ;) de hecho, en los diálogos escritos de las pelis se usa el código (p) de 'pisado' para indicar que un personaje empieza a hablar cuando el otro no ha terminado.
    yo no uso ascensor, ni en mi edificio ni en los de mis alumnos cuando voy a darles clase. se llega arriba un poco agitado, pero se pasa rápido el sofoco. en caso de una cita para otro tipo de menesteres, no sé hasta qué punto puede ser bueno o malo hacer ejercicio físico antes. :D

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  5. Decirte que me has hecho reír todo el rato puede parecerte mal, que ya sé que eres pelín susceptible, pero no te lo digo por mal sin por bien. Leyendo a muchas chicas, antes más, porque me refiero a blogueras, me doy cuenta de que me he quedado muy atrás, pero mucho mucho. Jamás me iría con una tía a follar por follar (ya, joder, no me mires así, no tengo un pelo de romántico y mis equilibrios sé que son sólo míos). Joder, y mira que he tenido oportunidades (incluso las tengo y no voy de sobrao), pero el tema de la carnicería me tira tanto patrás como el perro de Flandes.

    Necesito algo más, pero no me juzgues, yo al resto os dejo en paz con vuestras perversiones cárnicas con olor a crudo :-P Cada uno tiene sus gustos y a mí me va más el rollo de algo cuidadito, que me ponga burro, con sus tiempos largos (nada de susurros ni teamos ni palabrería vacía, eso me baja el miniyó) y a partir de ahí ya no hay ascos que valgan. Ni tiempos. En fin, soy un romántico frustado, un imbécil pagafantas o un sujetacolumnas con ojos mate y saltarines. Como diría aquel tipo de Extremadura, qué más da ser poeta o ser basura.

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  6. Muy buena historia la que me saco una que otra sonrisa. Saludos

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