La historia detrás del comentario.


“El nacimiento no es un acto, es un proceso.”
(Erich Fromm)

 (Viene de aquí)

Visitando el blog de Cabrónidas el otro día, me encontré de frente con la reflexión que nos hacia sobre esa huella indeleble que deja en nosotros, un lugar o una persona en concreto. Me ceñí al lugar, porque comentar explicando un hecho y la postura de varias personas, eran demasiados datos para un comentario. A nadie le gusta que alguien comente en su post con otro, jeje... 

Pero me quedé con las ganas. Porque la huella de aquel acontecimiento, de aquel lugar en concreto y de aquellas personas, ha sido a lo largo del resto de mis días, lo que ha marcado mis pasos y el peso de mi postura a la hora de mostrarte frente a los demás. 

Siempre he sido muy popular. No lo digo con hedonismo, más bien todo lo contrario. Aunque entiendo que sea difícil de verlo así, si solo se me conoce de pasada. Hay personas que viven en constante esfuerzo por hacerse notar, en esta época, basta asomarse a cualquier perfil social en las redes. Yo jamás he tenido que esforzarme, mi idea siempre fue pasar desapercibida. Ya los acontecimientos se encargaban de ponerme solos, bajo la luz del foco. Así que un día simplemente me dejé llevar, dejé de pelear por ser una más entre la multitud. A veces una persona irradia tanta energía hacía fuera... que es imposible evitar destacar.  

A mediados de los 90 en mi ciudad había una discoteca muy famosa donde terminaban una diversidad inmensa de grupos sociales sus juergas. También mis amigas y yo tras nuestras rondas de bares acabábamos allí. 

Era el mejor sitio de la ciudad para ligar. Porque el acceso a ésta se hacía por una puerta que tenía un rellano con el guardarropa. Tras él un giro de pasillo, (donde la música de baile cobraba fuerza) unos metros más y te encontrabas en la cima de una inmensa escalera. Abajo la prole como un hormiguero revuelto. Cabezas y cuerpos todos iguales. Distribuidos por zonas que solo los asiduos conocían. Era el único modo de medio localizar a alguien entre el barullo y la gran multitud. Mirar rápidamente en derredor. Decía lo de ligar... porque no había "pibón", ni "churri" que entrase sin ser visto. Las escaleras eran como un gran escaparate, desde abajo te podías recrear en la bajada de cualquiera que entrase. La norma en aquella escalera: dejarla libre. De eso bien se encargaban los "gorilas" del local. Si te parabas un poco más de la cuenta, ya te recordaban aquello de no estacionar en ella.

A mi me daban pánico aquellos escalones. Era muy tímida y lo pasaba francamente mal cada vez que llegaba ese momento de entrar al antro. Trataba de hacerlo lo más rápido posible y aguantando el tipo hasta llegar abajo. Era un respiro hacerlo junto a mis amigas. Esa era una verdad que solo mis amigas y yo conocíamos. Entonces no sabía que aquellas escaleras serían un hito en mi historia y que de algún modo en el futuro marcarían el modo en que me enfrentaría a mis miedos escénicos. 

Aquel viernes tuve que trabajar. Era la única chica que lo hacía del grupo, mis amigas estudiaban. También era la única que tenía coche propio por aquello de disponer de liquidez. Éramos un grupito de cinco, y solíamos salir de fiesta en mi Ibiza. Esa tarde quedamos para ir a ver la peli de "Mentes Peligrosas", se había estrenado esa misma semana. Mis amigas eran las encargadas de ir antes a hacer cola para comprar las entradas y no quedarnos sin sitio para la función elegida. Mi parte era la de correr más que Fitipaldis y llegar en menos de dieciocho minutos. Primero entraríamos a ver la peli. Luego unas copas en la destilería y por último a la disco. Ese era nuestro plan. 

Cuando llegué a la puerta del cine no estaban allí. Recuerdo esa sensación de no saber qué cojones pasaba. Entonces no había móviles. Se hacían los planes un día antes, o de un finde para otro.  Fui hasta la cabina de teléfono más cercana y llamé a casa de una de mis amigas. Su madre me dijo que había ido al cine. Y lo mismo las dos siguientes llamadas. 

Volví a la puerta del cine. La gente ya estaba entrando porque acababan de salir los de la sección anterior. Y allí estaban mis amigas. Saliendo. No sé qué cara tendría yo, pero ellas trataron de justificarse con no sé qué rollo de que había una fiesta esa noche en la disco. Que no me habían esperado porque solo quedaban asientos para la hora golfa. Las muy putas me habían dejado sin película con la escusa de que no tenían forma de avisarme. Nadie pensó en dejarlo para otro día. En fin... que aquello me dolió. Mis propias amigas, mi más reducido circulo, vendiéndome por dos horas de disco. "Anda y que os den porculo. Pues buscaros un taxi para esta noche porque yo voy a quedarme a ver la peli".  Eso dije. 

Me fui sola a un Burguer de una franquicia muy conocida, luego hice tiempo escuchando a Michael Jackson en mi coche y por fin llegué al momento de butaca y peli. Había desconectado durante la peli. Pero estaba jodida. A esas edades esas cosas dolían de un modo diferente. Estuve por irme a casa. No me encontraba con fuerzas para ir a la disco y fingir. Encima tendría que entrar sola por aquella interminable escalera. Y lo peor aún no había ocurrido ese día. Estaba acostumbrada a ir sola a los sitios para ganarme la vida. Pero era la primera vez que salía sola por diversión, aunque hubiese sido impuesta. 

Me recuerdo de pie en el pasillo. Parada. Respiré hondo mientras la canción terminaba antes de enfrentarme a la entrada de descenso. Aprovechando que el DJ interactuaba con la gente en el cambio de canción, aproveché para hacer mi bajada. Realmente me daba pánico aquella entrada empinada a la vista de todo dios. Y sabía que cuando el DJ cogía el micro, la peña miraba para su cabina. Dios, que vieja me acabo de sentir, joder, entonces se dedicaban canciones y todo, aunque a mí ya me resultaba una horterada aquello de los dime y diretes que se organizaban con una dedicación antes de que llegara Twitter.

No había pisado el primer escalón, con el corazón latiéndome en la garganta y cegata perdida por las luces que apuntaban hacia arriba, cuando de pronto escuché mi nombre. Me quedé petrificada. Tuve la sensación de estar desnuda y expuesta con todo el personal mirando en mi dirección. El DJ, micro en mano, cabina iluminada... y yo... éramos los dos centros de atención de aquel momento. Él apuntando hacia mi diciendo algo por aquel micro de mano que yo no alcancé a entender del ataque de pánico que me empezó a dar. Más tarde me contaron que pasó y que fue aquello que dijo. 

"Y ahí está la mente más peligrosa de este recinto local. La chica anónima con los ojos más bonitos regalando impulsos en cada mirada. M... eres la puta reina. Es hora de que te lo creas nena. Rómpenos el corazón cariño". Eso dijo (o algo muy parecido) aquel canalla al que toda chica y gay de la disco se querían tirar. Pinchando Gangs'ta Paradise de Coolio mientras la turba se manifestó allá abajo entre gritos y contoneos. En cambio yo en la cima de la sala pensé: que se abra la tierra y me trague con escalera incluida, total, en esta dirección voy de cabeza al infierno. 

Lo que pasó luego no fue más que una reacción por instinto para sobrevivir al brote de vergüenza y pánico que sentí. Con la mano derecha, dedos pulgar, índice y medio representando un arma de fuego me toque el corazón, lo llevé a la los labios como si  besara la boca del arma y apunté en su dirección con un guiño de ojo. Bajé aquella escalera pisando fuerte cada escalón al ritmo de una música que invadía con fuerza cada milímetro de mi ser haciéndome sentir diferente. 

Desde entonces y durante toda aquella temporada cuando llegaba a esa disco el DJ cortaba la música en seco y pinchaba aquella canción. Hubo un momento en que dejé de sentirme insegura y tímida. Ese en que ser el centro de atención no me preocupó, a pesar de que pasó a ponerme en situaciones comprometidas con personas de ambos sexo. Sin pretenderlo, me convertí en alguien popular en aquel ambiente. Luego esa energía reciclada de mis temores, se fue transformando en un aura que creció. Y ahí no cabía nada más. Aquella chica tímida e insegura quedó delegada al banquillo. 

A día de hoy sigo igual, no me importa la situación, mi estado, ni el resto de implicados que tenga el acontecimiento, mi forma de enfrentarlo sigue indeleble, como un tatuaje a la vista que marca la llegada de la puta reina. Me basta ponerme en "on" para saber que puedo porque quiero. Nada me frena entonces. Como aquel día, en que me dije que no necesitaba al grupo para ver una puta peli que me apetecía. Que podía ir sola y bajar aquella puta escalera delante de todo cristo, sin caerme rodando. 

No supe hasta mucho después, de aquella conversación que horas antes Manu, el DJ, escuchó de la boca de mis amigas en la destilería. En verdad él nunca me contó que hablaron, se limitó a decir que le dio coraje que hablasen mal de mi sin que yo estuviera para defenderme y que por eso al verme puso la canción, porque la tenia preparada por si llegaba el momento. 

No obstante esos detalles que el destino tira a nuestro pies sin que nos esforcemos por querer caminar sobre ellos, son parte tan solo del recuerdo de como me sentí en aquel momento y de como me sigo sintiendo cada vez que entro en un lugar y la puta reina atrae las miradas. No vale solo con sentirte como tal, cualquiera se puede sentir así, sin embargo tienes que demostrarlo. 

Lo demuestro cada día cuando soy capaz de permanecer con esa actitud frente a los escombros que a veces se vuelven mi vida. Cuando las situaciones son tan miserables, que solo me dan ganas de vomitar. A veces, echo con nostalgia la vista atrás y recuerdo aquel local, con sus escaleras, quien era entonces... quien soy. Porque no he cambiado, solo he perfeccionado con los años ese proceso de poder ser a un mismo tiempo, la chica tímida y la puta reina... capaz de atraer hacia mi todas las miradas. Creo que sí hay cosas que permanecen en el tiempo, en nuestros recuerdos y en el modo de reinventarnos sin dejar de ser uno mismo. 

Comentarios

  1. Lo importante es poder ser las dos cosas, por qué no te has olvidado de ti misma.

    Besos.

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    1. Eso nunca, si te soy franca Alfred esa combinación es lo que me hace ser más peligrosa y he aprendido a como usarlo cuando me interesa o me es necesario. Pero la mayor parte del tiempo me comporto muy bien ;) :)))

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  2. Está claro que todos tenemos inseguridades. El DJ tuvo un gesto de simpatía contigo que tuvo sobre ti repercusiones positivas. A veces solo hace falta un gesto desinteresado de alguien insospechado para vencer nuestras limitaciones.

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    1. Manu es un buen psicólogo hasta cuando pincha, aun lo hace, además tiene un poder secreto: un hermano sordomudo.
      Por entonces yo era una jovencita muy tímida, con un gran secreto, mi propia sexualidad y el poder de atracción que provocaba en los demás me aterraba. Me habían hecho mucho daño y tenia miedo. Esa parte la omití en la historia. Mis amigas si la conocían, pero nunca trataron de ayudar. Se ve que en la historia de la humanidad que otros estén capados por el miedo, es la catapulta del éxito para los mediocres y esta conducta se repite en todas las generaciones.
      Las inseguridades no están rivalizadas con la capacitación, basta aprender a dominarlas. ;)

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  3. Un proceso que viene desde el fondo de los siglos y jamás se detiene, tal vez sí se ralenta y nuevamente reanuda...

    Abrazo hasta allá.

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    1. Humanizarse o morir... esa es la cuestión Carlos. Es lo más bonito de nuestra especie, nunca dejamos de aprender.
      Otro para ti ;)

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  4. Hay recuerdos buenos y malos tu decides a cuales darle prioridad. Te dejo un fuerte abrazo.

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    1. No soy mucho de recuerdos, más bien de vivir el momento. Por mi forma de ser no soy una persona que mira atrás. Pero sí, cuando alguna vez lo hago suelo recordar lo bueno. Lo malo por regla general suele llevar un aprendizaje y una vez aprendida la lección, ya no me interesa, hasta para recordar suelo ser practica ;)
      Otro para ti.

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  5. Desde luego nena, eres la "Puta reina" de eso no caben dudas. Que se jodan terceros, aunque tengamos días malos de vez en cuando.

    Todo se pasa.

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    1. Jejeje... soy la puta reina porque tengo muchos días malos. Solo podía elegir entre serlo o llorar como una Magdalena. Y soy brabucona, a lo hecho, siempre pecho ;)
      Y sí, todo pasa, lo importante es permanecer para verlo.

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  6. oh qué bonito que escribes..me dejaste enganchada! me ha encantado la manera en que describes una situación personal de una forma tan amena y que te deja pegada a la pantalla.
    Quiero añadirte como seguidora y poner tu blog en favoritos,pero..(siempre hay un pero) Ahora blogger no sé porqué motivo,no me permite ni borrar blogs viejos ni añadir nuevos..
    Asi que si no vengo a menudo es por eso! He encontrado mogollón de blogs interesantes pero a menos que me comenten no recuerdo todos los nombres como para venir a ver...
    Un besazo!

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    1. No pasa nada Luna, ya lo haces en mi blog personal. Tengo por norma cuando uso dos perfiles no comentar nunca en un mismo post con los dos. En tu próxima publicación lo haré desde este.
      Un beso, preciosa.

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  7. Me quedo con una palabra del escrito "demostrar". Es tan importante demostrarnos a nosotros mismos lo geniales e importantes que somos. A veces, pensamos que somos débiles o nos pasan tantas cosas que tememos fracasar, pero recordamos que una vez probamos que sí podíamos, entonces, salimos adelante una vez más.
    Abrazos Megan

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    1. Si yo hubiese elegido una palabra también habría sido esa.
      Un abrazo Tatiana.

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  8. Que historia que contaste.
    Que mala actitud de esas falsas amigas. Y el DJ estuvo muy atento a esa conversación, que lo molesto. Y hizo una buena obra, al reivindicarte, coronándote reina.
    Besos.

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    1. Exactamente, esa fue la clave. Manu era el rey. Un tipo con mucha fama. A mi caía hasta mal, con aquellos aires tan elitistas. Pero conmigo fue así, también digámoslo todo era cierto que yo le gustaba. Pero era casi doce años mayor que yo y padre de familia. Nunca tuve nada con él. Pero cierto es que me ayudó mucho con aquel gesto y algunos otros que tuvo más adelante.
      Un abrazo.

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